Influencias Artísticas
Podríamos estar ante uno de esos libros denominados «definitivos» en el contexto de la disciplina que aborda. Desde luego, afirmar que la obra está llamada a convertirse en un clásico no es descabellado.
Y es que Pablo Borrallo, historiados del arte y escritor, como firma sus documentos, ha vuelto a conseguir una elaborar un libro de excelente calidad que puede usarse como manual, como libro de texto o como garante de un conocimiento nuevo, aun cuando creyésemos que lo habíamos visto todo…
Basado en su tesis doctoral, el colorido y vistoso volumen se encuentra ilustrado por imágenes de archivo, instantáneas aportadas por su equipo de colaboradores e ilustraciones de una Teresa Guzmán que se está convirtiendo con su peculiar arte en una de las mejores artistas del panorama actual de la ciudad.
El que escribe conoce al autor e intenta ser objetivo con las críticas, aunque le resulta difícil. Cree que es el mejor de los libros que ha publicado, de nuevo bajo los auspicios del sello Alfar, su mejor trabajo. Podría incluso utilizarse en los colegios o en la propia universidad, y no exagero.
Muchos se sorprenderán de las semejanzas que existen entre imágenes de gran devoción de la Sevilla más castiza y otras que, bien en grabados, pinturas o esculturas pretéritas, inspiraron a sus artífices. Es, por tanto, una obra de la que emana un manantial de sabiduría y conocimiento que impregnarán al lector, convirtiéndolo en más versado aún si cabe.
Pablo Borrallo, cristiano ejemplar, erudito y católico sobresaliente, catequiza de un modo sencillo de forma que el texto penetra fácilmente en las mentes más letradas y en las reacias al conocimiento, en el corazón de adultos o de niños, de profesores o alumnos y todos pasamos a formar la primera bancada de esa clase magistral que se nos regala, testigos de una cátedra excepcional de sabiduría.
El sello Alfar abandera este proyecto y subraya su posición como editorial cofrade por excelencia. Sus ejemplares pueblan escaparates a los que se asoman sevillanos, cofrades o legos y se ven atraídos por ese libro de tan bonitas estampas y no inferiores textos. Los lectores, indudablemente, dictarán sentencia.
Hasta aquí una reseña común, justa y ortodoxa, pero no creo que sea suficiente. El libro se presta al juego. Si, con el podemos jugar, como lo hacíamos los más veteranos con las preguntas y respuestas del manual de Semana Santa en Sevilla del Padre Federico Gutiérrez. Recuerdo que sabíamos de memoria cada detalle, cada dato cada fotografía y acudíamos a concursos en los que se nos tachaba de intratables.
Con estas «influencias» estaremos mejor formados. Manual de concursos, guiso depositado en el centro de la mesa en la que se destilan tertulias todo el año, especias como las que se añaden al incienso para matizar el aroma que ya conocemos y sabemos identificar. Porque a Pablo Borrallo ya lo conocemos y ya sabemos identificarlo.
Y el libro… huele bien. Desprende el aroma de obra nueva, de catálogo en el que el azahar está celoso, en el que el clavel florece con sus más vivos colores, y se siente satisfecho por acompañar al lirio en cada ilustración, a cada texto, en un maridaje… perfecto.
Manual de propios y extraños, de biblioteca y de mesilla de noche, de tarde en la terraza y noche en la cama, de silencios o de acompañamiento musical, compañero de viaje, traje nuevo que se hace viejo con el uso, y sin embargo gana empaque…
Sabio es el autor al rodearse de buen equipo. Sabio es el equipo al arrimarse a tan buen árbol. Sabios son los cofrades que se hacen con un ejemplar. Y el ejemplar se ofrece, como el mismo Jesucristo en cada uno de los misterios, de los autos sacramentales llevados a su máxima expresión y en el término «misterio», subyace la esencia de todo.
Literatura cofrade, sí. ¿Quién reniega de ella?
Francisco Javier Torres Gómez